Histórica banda británica, con tantos años en sus espaldas como buenos discos. Te sorprenderán en directo, cuando veas que los años no pasan en balde, sino que mejoran, Un gran directo que hará vibrar a toda la playa de Miño. Ello son los Eddie and The Rods
Eddie and the Hot Rods supieron como pocos prender la mecha del Rock and Roll más certero, sin concesiones a complejas circunvoluciones sinfónicas, y azuzando el discurso del Soul y Rhythm and Blues norteamericano, mezclado con la energía Mod de padres adoptivos como The Who o Small Faces. Desde principios de los 70 en Inglaterra se coció a fuego lento una incorruptible escena iniciada por Brinsley Schwarz, que reivindicaba el Rock de raíces, con un espíritu comunal semejante a The Band, siempre a su aire y dando la espalda al presente musical de la época. Tan solo unos años más tarde los Dr. Feelgood ensancharon el surco, inyectando a la escena un eléctrico y sudoroso Rhythm and Blues que copó las listas de éxitos del país. Este hecho animó a un montón de chavales de todo el país a formar su propia banda, y pronto se creó en Inglaterra un circuito de Pubs que acogió a todos estos grupos de diverso pelaje, dando lugar a lo que se bautizó como Pub Rock, quizás uno de los movimientos musicales más honestos que hallan existido.
Una de las más notables bandas que surgieron estimulados por la movida iniciada por Brinsley Schwarz y Dr. Feelgood, fueron Eddie and The Hot Rods allá por 1975. Simplificando un poco el asunto, si los Brinsley sonaban más Country o Folk, o los Feelgood eran más del Rhythm and Blues, Eddie and The Hot Rods, sin obviar la influencia de sus padrinos, abrían una vía mucho más Punk que transitaba por el “garage” sixties y un musculoso Proto-Punk deudor de las hordas del “Detroit sound”. Los Hot Rods procedían de Southend, Essex (Inglaterra), y estaban formados en sus inicios por Barrie Masters (cantante), Dave Higgs (guitarrista y compositor de la mayoría de los temas), Paul Grey y Steve Nicol (bajista y batería respectivamente). Su ascenso fue rápido, y durante la primera época el grupo alcanzaron cierta notoriedad. En 1976 lanzaron un EP de cuatro canciones con versiones de ? and the Mysterians, Them, Stones y Bob Seger, grabado en directo en el mítico Marquee londinense, que incluso logró ascender a las listas de éxito, pero lo mejor estaba por llegar.
Ese mismo año de 1976, Eddie and the Hot Rods publican un fulminante primer LP, “Teenage depression”, que sintetiza a la perfección el arte escapista del Rock and Roll que implica energía, inconformismo, juventud, diversión, descontrol y volumen. Una auténtica patada en el culo al aburrimiento y a la desfachatez de un mundo adulto y cínico, bienpensante e hipócrita. “Teenage depression” es una fiesta continua regada por borrachuzos proyectiles que se alojan en la cabeza y provocan una agradable resaca de Rhythm and Blues; Suena su rendición
del “Show me” de Joe Tex y uno se da cuenta de donde vienen los primeros Enemigos; casi tan buena es una ultra acelerada versión del “Shake” de Sam Cooke, a su bola pero respetuosa. “All i need is money” es un Rockabilly cazurro y cabezón, descarado y directo al hígado. “Get across to you” comienza feroz, con una entrada de batería que corta la respiración. “Horseplay” acelera el pulso con castigadores riffs a lo Bo Diddley, e incluso sus incursiones más Pop funcionan de maravilla: “Been so long” o “Why can’t it be?” son perfectas, el gancho de su estribillo logra extraer jugos con sabor a contagioso Pop clásico. El disco cierra con la extensa “On the run”, reminiscente de los MC5, llena de furiosos riffs de rabia adolescente. Pero si algún tema merece el calificativo de himno, es “Teenage depression”, pegadizo pelotazo de confusión adolescente alimentado de la energía del Rock and Roll más básico, con los amplificadores achicharrando neuronas, y el tocadiscos sudando electricidad. Mención aparte merece la impactante portada del disco, una foto real de un adolescente que sujeta una pistola apuntando directamente a su cabeza antes de apretar el gatillo.
“Teenage depression” tuvo buena acogida de público; además en 1977 el Punk estaba firmemente asentado en Inglaterra, y Eddie and the Hot Rods en cierta manera fueron profetas gracias a su energía y desenfadada actitud; Pero al mismo tiempo estaban en tierra de nadie, eran demasiado punkies para los pub-rockers, demasiado rockeros para los punkies, y tampoco se ajustaban al corsé de la emergente New Wave de Graham Parker o Elvis Costello, con un sonido más refinado. A pesar de todo los Hot Rods continúan su imparable camino.
on la ayuda de Graeme Douglas, guitarrista de los Kursaal Flyers (otros ilustres pub-rockers), graban un segundo LP, “Life on the line”, para muchos su mejor disco. En general “Life on the line” pierde un poco de la inmediatez de “Teenage depression”, pero gana en madurez con unos temas más pulidos. En esta ocasión explotan su lado más pop, pero sin abandonar la energía del primer disco, incluso superándola gracias al aporte de las guitarras de Graeme Douglas. “Do anything you wanna do” y “Quit this town” abren el disco como un torbellino, dos perlas incuestionables de explosivo Power-Pop con categoría de himno que escalan las listas de éxito. Tampoco faltan el Rock and Roll marca de la casa (“Telephone girl”, “Ignore them”), ni profecías del negro futuro de la banda, como una tremenda “Beginning of the end”, cortante y definitiva como la soga al cuello de la portada. En definitiva, Eddie and the Hot Rods logran un disco sobresaliente, digno hijo de su época, y de nuevo con buena acogida de público y crítica.
El tiempo se escapa, y en 1979 el Punk ya es un movimiento inofensivo y perfectamente masticado por la industria, y lo peor de todo, vive en un estado terminal y cada vez más desfasado. De nuevo el sistema ha ganado, y la subversión inicial del Punk se evapora, formando parte de la historia como algo anecdótico. Este hecho afecta a los Hot Rods, a pesar de no ser estrictamente Punks, y su contrato con Island records lo finiquitan con “Thriller”, otro estimable trabajo en la línea de su anterior (“Life on the line”), pero que pasa completamente desapercibido a pesar de contener himnos de vibrante Power-Pop (“The power & glory”), estribillos con gancho (“Echoes”), y canciones simplemente maravillosas (“Circles”) a la altura de sus mejores momentos; y por supuesto tampoco faltan sus pistonudos guitarrazos de Rock and Roll clásico (“Out to lunch”, “Living dangerously”), ni toques de festivo Soul (“Breathless”). Al final las escasas ventas de “Thriller” dejaron a los Hot Rods en la puñetera calle a pesar de no bajar su nivel de calidad.
En 1980 Eddie and the Hot Rods están tocados por la mala suerte, su destino está escrito, y parecen ser transparentes para el público (cuanto daño hacen las modas). A pesar de todo les ficha EMI y graban un último disco antes de su separación definitiva. “Fish & Chips” comparado con sus trabajos anteriores es una anécdota, principalmente por un raquítico sonido sin alma, que no hace justicia al grupo. Lo más gracioso es que el disco lo produjo Al Kooper, que entre otras cosas grabó con Dylan, Hendrix, Rolling en el pasado, y produjo los memorables tres primeros LP’s de Lynyrd Skynyrd, pero en el caso de “Fish & Chips” destroza las canciones, a pesar de tener cosas tan estimables como “Wide eyed kids” o “Farther on down the road” de Taj Mahal.
Ahora puedes disfrutar de ellos en Miño en el Free Riders Festival! compra tu entrada ya
Un comentario en «Eddie and the Hot Rods, esencia británica»
Tan bueno como siempre.